Thursday, May 11, 2006

¿QUIÉNES LLENARON DE BASURA LA TELEVISIÓN?
Lima, marz 2001.- "Por plata soy capaz de todo", rezaba un programa de América Televisión, el día que gente miserable lamía axilas y besaba los pies de vagos que no se habían bañado durante semanas. La conductora: Laura Bozzo. El dueño del canal: José Enrique Crousillat. El Gerente General: José Francisco Crousillat. Estos últimos, procesados por corrupción.

¿A qué espíritu malévolo respondía este circo truculento?.

Jaime Lértora invita a cuatro manganzones al programa "El Bacán del Barrio", para que digan que su madre los mantiene y que son enemigos del trabajo. El dueño del canal: Ernesto Schutz Landázuri, fugado del país y procesado por corrupto.

Un conductor de televisión, que escuda sus amaneramientos en su "opción sexual", presenta un video donde el estafador Cronwell Gálvez y su primo disfrutan, en una misma cama, del amor de una Eva que más tarde diría, que esas escenas son "parte de su intimidad" y que si ella quería podía "estar con varios hombres al mismo tiempo". Mandaba en canal 13, Gustavo Delgado Caferatta.

Una conductora ebria se saca el calzón, mientras baila y ríe a mandíbula batiente, para después decir que no se arrepiente porque abajo llevaba otro calzón. El dueño del canal 9: el fantasma mexicano Ángel Gonzáles, heredero de activos y pasivos del fugitivo: Julio Vera Abad.

Un conductor podrido, cuyo programa con título en letras góticas invocaba a Dios, se convirtió en instrumento político del dueño de un canal que se propuso hurgar en la intimidad de las personas y destruir honras ajenas porque creía que de esa forma ayudaba a la "democracia" de Alejandro Toledo. Ese conductor de doble filo, que ha hecho del criminal Canebo ídolo y ejemplo de la juventud, por obra y gracia de los dueños de un importante diario de la capital, resultó envuelto en denuncias por violación de las flaquezas de niños abandonados de la calle, que tenían el cerebro corroído por el terokal.

Con o sin razón, se ha dicho que la televisión basura es una creación del fujimontesinismo, que se proponía desviar la atención pública de los graves problemas que acontecían en el gobierno a finales de los 90, para tender cortinas de humo mientras se levantaban el país en peso.

A la par que crecían las cuotas de morbo y sangre en la televisión, con sus Cachuchas y sus Mondonguitos, sus Cholos Cirilos y sus Cachay, sus Gabrielas y sus Maritzas, sus Mónicas y sus Jacintas, también florecían los diarios chicha con su dosis consuetudinaria de amarillismo periodístico, a la que no pudo substraerse la mayor empresa editorial del país.

El asunto era y es vender basura para llenarse los bolsillos con el menor esfuerzo posible. Un artista en serio cuesta. Un vago del parque universitario vive con migajas.

Si esa lacra es creación del fujimontesinismo ¿No le corresponde a "la democracia" recuperar la decencia en la televisión?. ¿Por qué tenemos que seguir aguantando programas que se dedican a promover la hez y la podredumbre ciudadanas, a cargo de una banda de maricones y bataclanas, dando la impresión que esa es la imagen del país y que no existen valores sino sólo antivalores, que no hay cultura sino incultura, que no hay honradez sino sólo corrupción, y que los varones en el Perú salimos de noche vestidos de mujer a extraviarnos con una multitud de putas, vagos, fumones, lesbianas, terokaleros, cafichos y pirañas ?.

Recordamos en alguna lejana ocasión que una corresponsal peruana de la prensa extranjera – hijita de papá, rubiecita, chilloncita, menudita- decía que la devastadora enfermedad del cólera se debía a que todos los limeños comíamos en las carretillas contaminadas de los ambulantes. Y en efecto, los televidentes norteamericanos, europeos y asiáticos podían vernos en sus pantallas, agachados devorando tallarines de cuatro colores y sopas con motes, patas, mondongos y otras vísceras, servidos en platos que se lavan con estropajos en aguas negras.

Con justa razón los corresponsales nos mostraban devorando ranas vivas o licuadas con huevo y algarrobina, porque unos cuantos compatriotas de provincias creen que así se pueden arreglar los pulmones corroídos por la tuberculosis.

Para esos televidentes del otro lado del mundo, no había sanidad, educación, normas de higiene, hospitales, ni restaurantes en el Perú. Los peruanos vivíamos peor que en la edad Media. ¿Tenía algún sentido hacer turismo a ese país mugroso y apestado, donde la gente moría por montones en nosocomios miserables ?. ¿ Acaso no resultaba mejor justificar a los terroristas y convertirlos en románticos guerrilleros que aspiraban a cambiar esa deplorable situación?

Usted y nosotros, amable lector, sabemos que esas imágenes y esa visión estrecha – de algunos pocos "periodistas" carroñeros y unos cuantos empresarios de televisión- no reflejan la realidad peruana. Constituyen una parte mínima y seguramente abominable de una vasta y compleja nación.

El Perú, a pesar de sus problemas, es un país hermoso, con una rica historia y una extraordinaria cultura acumulada desde hace cinco mil años, cuando los habitantes de Estados Unidos o Canadá vivían en cuevas y usaban taparrabos.

Esa rubiecita con su plata y sus mentiras, más vieja claro, todavía anda cambiando de canales y programas.

¿Quiénes son realmente los culpables de poner tanta basura en la televisión?.¿Los periodistas?.¿Los editores?.¿Los camarógrafos? ¿Los directores de cámara?. ¿Los productores?. ¿O los dueños del Canal?

Estimado lector, ¿quién cree usted que financia este tipo de programas?. ¿Quién contrata al personal, quién paga los sueldos, quién decide que tal o cual programa debe salir al aire: los trabajadores o los dueños del Canal?.Usted tiene la respuesta.

Lamentablemente, en las calles de Lima sobran desocupados, sin ningún tipo de formación moral, principios, ni educación formal, capaces de hacer circo con la miseria humana, escarnio con las personas, exhibir la podredumbre moral de una parte de la sociedad... todo por un sencillo.

Mientras más importante es un medio de comunicación, mayor es la responsabilidad que deben asumir sus directivos y ejecutivos, porque cada imagen y cada palabra que transmiten impacta en la conciencia ciudadana y forman opinión pública.

Se supone que quienes sustentaban con su dinero bien o mal habido los programas basura, actualmente están en Buenos Aires, en Miami o en otras latitudes, ¿cómo se explica que sigan proliferando ese tipo de programas que todos despreciamos?.

Es que siempre será muy difícil pedirle peras al olmo. La buena televisión se hace con creatividad y con profesionales responsables y de primer nivel. Esta generación de telecaster, cuya opción empresarial ha sido apostar por la liviandad y el manejo superficial y epidérmico de los problemas del país, parece no tener más ideas para salir del atolladero en el que se debate la televisión peruana. No pasa más allá del sangriento accidente de tránsito, del incendio provocado, del padre violador de sus hijos, de madres suicidas, del secuestro de mayoristas, de la carroña de los políticos, de la borrachera de los futbolistas y de las sacadas de vuelta de personajes de tercera fila.

Vea usted, por ejemplo, esa sarta de paisanos borrachos, zapateando en el fango hasta caerse vomitando, en los programas de malas costumbres que exhibe un programa en Canal 7, al cual pretenden pasarnos como programa cultural que forma identidad nacional.

Así no vamos a ninguna parte.

Salvo mejor parecer.